Bluesky o lo que es lo mismo: sí que hay esperanza

¿Cómo tomarse la desbandada de usuarios de X / Twitter hacia Bluesky? Yo me lo tomo con la esperanza de que ahora, por fin, sabemos la red social que no queremos tener.

Nunca he sido un usuario habitual de X / Twitter. Y mira que lo he probado: he tenido épocas en las que intentaba ser activo pero, tarde o temprano, se me agotaba la ilusión. En sus inicios, el desencanto llegaba por culpa del propio formato (creo que nunca llegué a pillarle el punto al «lenguaje» de esta red social). Pero, a medida que el tiempo iba pasando, la desilusión iba creciendo debido a la falta de interacciones que sí que encontraba en otras redes sociales.

Y, ojo, porque no estoy hablando aquí de ego-interacciones. Siempre he dicho que, para mí, una red social es fundamentalmente eso mismo: un espacio social en el que interactuar con la gente a la que sigo y que me sigue. Nunca he entendido que haya alguien que pueda seguirme para establecer un frío silencio entre ambos (supongo que buscando, simple y llanamente, un +1 en su contador de seguidores). Y no suelo seguir a gente con la que no establezca un mínimo de conversación en público a través de los comentarios o en privado al resguardo calentito de los DMs.

Será por eso por lo que X / Twitter me ha parecido siempre una esquizofrénica bandada de pájaros de diferentes especies y pelajes, todos ellos trinando y graznando cada uno a su puñetera bola, esperando que su «cantar» suene por encima de los demás pero sin escuchar qué «cantan» los demás. Dicho de otra forma: probablemente debido a que nunca fui constante ni di con el «lenguaje» apropiado, no conseguí encontrar mi tribu en esta red para que verdaderamente me sirviera con un fin social. No pasa nada. Ya he admitido que es mi caso en concreto.

Pero también admito que, en los últimos tiempos, la cosa ha adquirido tintes de verdadero drama. Y es que, aunque no usaba X / Twitter para interactuar, sí que la uso como base para mi sección «Haciendo Scroll» en la Rockdelux, donde cada semana hago un repaso de temas de la actualidad cultural (especialmente pop y musical, aunque cada vez le he ido dando más caña a la esfera política). Es un trabajo que, mes tras mes, semana tras semana, se ha ido haciendo más y más desagradable porque, al rastrear ciertas temáticas (especialmente pop, especialmente femeninas, especialmente queer), siempre acabo sepultado ante un verdadero tsunami de odio en forma de comentarios que me ponen los pelos de punta.

Nunca entenderé cómo puede ser que busques reacciones al nuevo videoclip de Orville Peck y te lluevan puñetazos en los ojos en forma de comentarios homófobos que piden una vuelta al medievo en el que poder practicar la lapidación al diferente. No. Nunca lo entenderé. De la misma manera que nunca entenderé cómo puede ser que este espacio virtual que durante un tiempo fue la gran esperanza de la comunicación en el mundo moderno se haya convertido en un lugar en el que se premia al troll, se incentivan ciertos discursos de odio y se premia el concepto de relatividad en algo que debería ser tan poco relativo como la información sobre la realidad.

En Bluesky todo está por escribir, y lo que es mejor de todo: lo estamos empezando a escribir con la experiencia de saber cómo queremos que no sea esta red social (…). No podemos saber cómo será el futuro de esta red social, pero por ahora los datos demuestran que, cuando queremos, somos capaces de promover el cambio en el mundo virtual.

Bueno, sí que puede entenderlo. Al fin y al cabo, el mismo Elon Musk lleva años utilizando su cuenta para declarar una guerra abierta a los medios tradicionales y para afirmar burradas como la que sigue: «Citizen journalism is the only way to break out of the legacy media propaganda machine» («El periodismo ciudadano es la única forma de romper con la maquinaria de propaganda de los medios tradicionales«). Una campaña que solo puede intensificarse con su nueva función dentro del gabinete de gobierno de Trump, que todos sabemos que no va a ser la de liderar el departamento de eficiencia, sino la de ejercer como Primera Dama ahora que Melania parece no querer saber nada de su marido.

Y ahí está lo surrealista de este caso: Musk te dice que no confíes en los medios tradicionales porque son corruptos y porque sirven al poder político, pero te pide a la vez que confíes en X / Twitter… porque, claro, X / Twitter no ha sido un jugador imprescindible a la hora de asegurar la victoria de Trump y no va a seguir alimentando la maquinaria de propaganda de la ultra derecha. Puede que Elon convenza a alguien. Pero te aseguro que no me convence a mí.

Por eso mismo, estos últimos días he abrazado con verdadera esperanza e ilusión la eclosión de Bluesky como red social que realmente se convierta en el cielo azul en el que debería haber volado libre el pajarraco de la otra red social. Los datos son los que son y ya se superan los 20 millones de usuarios. «La plataforma ha pasado de los siete millones de miembros en octubre a los 15 millones del pasado jueves. Desde entonces crece a un ritmo de millón diario», tal y como afirmaba Carlos del Castillo en este artículo de El Diario en el que, además, se hace un interesante repaso a la verdadera naturaleza de la nueva red social.

Un pequeño resumen: Bluesky nació como beca de Twitter a la búsqueda de un sistema que descentralizara el flujo de publicaciones y evitara lo que ha acabado pasando: que sea la propia red social la que imponga el discurso «oficial». Su creadora, Jay Graber, veía cada vez menos claro que el proyecto tuviera cabida dentro de Twitter y, precisamente coincidiendo con la llegada a la red del mismo Elon Musk, decidió volar libre y crear Bluesky como plataforma totalmente independiente y escindida de aquella otra que inicialmente debía darle cobijo.

Obviamente, vaticinar aquí y ahora qué ocurrirá con Bluesky está fuera de nuestro alcance. Pero, tras unos días utilizando la red social a tope, tengo que reconocer que no puedo evitar tener esperanza… Aunque también puede ser que mi visión optimista se deba a que están confluyendo muchos factores diferentes, empezando por algo que también se menciona en el artículo de del Castillo: la promesa de que, por mucho que se exploren modelos de suscripción, siempre se preservará la directriz de trabajar por una información neutra y gratuita.

Bluesky app

Y, bueno, también nos prometió Netflix que siempre nos dejaría compartir cuentas con nuestros colegas y al final nos acabó metiendo la puñalada trapera. Pero repito: la propia arquitectura interna de Bluesky, diseñada para evitar que se repita un caso como el de X / Twitter, hace que la esperanza sea inevitable. Mucho más cuando, en estos primeros días, todos hemos visto medidas realmente maravillosas como esas listas de cuentas que sirven para recomendarte contenido afín. ¿Te gusta el cine? Aquí tienes unas cuentas que te molarán. ¿La literatura? Otra lista… Y aquí llega lo divertido: también permite agrupar usuarios identificados como trolls, permitiéndote de esta forma bloquear en masa para mantener bien limpio tu timeline. Nunca sentí tanto placer pulsando un botón de bloqueo.

También puede ser que este subidón inicial tenga mucho que ver con que la sensación de tabula rasa que siento cada vez que entro en Bluesky. Parto de cero, sigo a poca gente y poca gente me sigue. Esto hace que todo se intensifique y se magnifique, como en la casa de «Gran Hermano». Pero este arranque suavecito, poquito a poco, es un escapismo realmente placentero a otras redes sociales en las que tengo más seguidores pero me da la impresión de que lo que publico llega a un 2% de ellos.

En Bluesky todo está por escribir, y lo que es mejor de todo: lo estamos empezando a escribir con la experiencia de saber cómo queremos que no sea esta red social. Los que dicen que se convertirá en un estercolero no tienen ni repajolera idea, de la misma forma que no la tienen los que vaticinan un paraiso de brilli-brilli multicolor. Porque no podemos saber cómo será el futuro de esta red social, pero por ahora los datos demuestran que, cuando queremos, somos capaces de promover el cambio en el mundo virtual.

Que parecía que no, pero un mínimo de poder tenemos: el poder de coger nuestros bártulos y llevárnoslos a otra red social. Porque de MySpace y Facebook nos fuimos por aburrimiento, pero de X nos vamos porque estamos hartos de que se nos manipule, cansados de desgañitarnos en una discusión en la que tenemos las de perder porque, simple y llanamente, hay un lado de la conversación que está siendo premiado y patrocinado mientras que el otro es castigado e invisibilizado.

Así que, si te lo estás pensando, deja de dudar: te espero en Bluesky para que, entre todos, podamos demostrar no solo que el cambio es posible y que, cuando nos ponemos de acuerdo, somos capaces de ejercer nuestro poder y forzar el cambio. También es cierto que ahora ya no sé si estoy sonando a que Bluesky me patrocina o, directamente, estoy quedando mo la típica persona delulu que se va a arrepentir de esto que está escribiendo en menos de tres meses. Pero no quiero ni pensarlo. Porque hoy solo me doy espacio para la ilusión. Que ya nos hacía falta.

Sinceramente,

Raül De Tena

Sobre el autor

Raül De Tena

Al ponerme a escribir esta bio me he dado cuenta de que, así, a lo tonto y como quien no quiere la cosa, llevo más de veinte años escribiendo sobre temas relacionados con la música, la moda, el cine, la literatura, la cultura en general. Siempre he escrito muy sinceramente... Pero, ahora, más todavía.

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Por Raül De Tena

Raül De Tena

Al ponerme a escribir esta bio me he dado cuenta de que, así, a lo tonto y como quien no quiere la cosa, llevo más de veinte años escribiendo sobre temas relacionados con la música, la moda, el cine, la literatura, la cultura en general. Siempre he escrito muy sinceramente... Pero, ahora, más todavía.

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