3 claves de «Agatha, ¿Quién Si No?» que explican la grandeza de la serie

«Agatha, ¿Quién Si No?» puede ser malentendida como otra serie más de la Marvel… Pero estas 3 claves explican por qué es una ficción tan grande que habla de temas sublimes como la construcción de la identidad adolescente o el sistema de referencias que une a lo femenino, lo brujeril y lo queer.

La Marvel nos ha enseñado que sus películas y series nos las tenemos que tomar como lo que son: una celebración por todo lo alto del cine como espectáculo audiovisual epatante y del género de acción en sus más gozosas variantes, aunque siempre en su acepción más palomitera. Esto significa que aquí los únicos que ejercitan músculo son los protagonistas de estas ficciones y, en el caso del espectador, como máximo se le pide ejercitar el músculo con el que llevar las palomitas a su boca. Pero eso de darle al músculo del cerebro y buscarle los tres pies al gato a estos films de superhéroes… como que no.

El problema es que tanto se nos ha vendido este paradigma que, cuando aparece una rara avis en el Universo Cinematográfico de Marvel, lo más normal es que se aborde desde el mismo lugar desde el que nos chupamos una tras otras las entregas de «Thor» o de «Ant-Man». Y que, por lo tanto, se acaben pasando por alto cualidades que van más allá del puro entretenimiento o de la acción más espectacular y depurada. Resumiendo: si en este UCM aparece la seta inesperada de una ficción con múltiples capas de sentido, es muy probable que las capas de sentido más profundas se pasen por alto y se celebre tan solo su superficie.

Así ocurrió, por ejemplo, con una «WandaVision» que puede ser gozada plenamente como un homenaje al formato sitcom más divertido a la vez que como uno de los arcos argumentales más importantes a la hora de entender el personaje de Wanda Maximoff, también conocida como Bruja Escarlata. Pero que puede ser gozada más todavía si se entiende como una parábola sobre cómo una mujer poderosa recurre a todas esas sitcoms que de pequeños nos mostraron un espacio familiar feliz y sencillo, amable y acogedor, para crear un mundo de fantasía en el que enterrarse a ella misma y, junto a ella, enterrar de paso el desgarrador dolor por el duelo de un ser amado.

«WandaVision», de hecho, merece un artículo (o cientos de ellos) para sí sola… Pero sirva su mención aquí como una introducción a lo que puede ocurrir ahora con su spin-off «Agatha, ¿Quién Si No?«. En esta nueva serie de Disney+ de 9 episodios, la que fuera la villana en la fantasía de Bruja Escarlata pasa a adquirir todo el protagonismo cuando un adolescente (Teen le llaman en la edición original, y Teen le voy a llamar yo en este artículo) la despierta del hechizo que la tiene (literalmente) atrapada en una ficción policial con toques nórdicos a lo «Mare of Easttown». Para recuperar sus poderes (y también un poco para huir de sus enemigos), Agatha Harkness enrola a un aquelarre con el que recorrer la Senda de las Brujas, un espacio mítico al final del cual las brujas que sobrevivan a determinadas pruebas recibirán aquello que estén buscando.

De nuevo, «Agatha, ¿Quién Si No?» funciona perfectamente como fantasía de brujería circunscrita en el mismo imaginario marveliano que «WandaVision» y las dos películas de «Doctor Strange». Pero, también de nuevo y como ocurre en la ficción de la que esta se escinde, aquí existen capas de sentido ocultas que engrandecen la serie y la convierten en algo mucho más grande de lo que estamos habituados en el Universo Cinematográfico de Marvel… Veamos estas tres capas de sentido una a una.

Agatha, ¿Quién Si No?

Más allá del misterio sobre la identidad de Teen, hay un spoiler que necesito hacer aquí y ahora para poder seguir adelante (¡avisade estás!): hacia la mitad de la función, se revela que la Senda de las Brujas es precisamente una creación inconsciente del propio Teen. Otro motivo más de hermanamiento con «WandaVision»: allí era Wanda la que creaba un mundo escapista para superar el duelo por Visión, y aquí es Teen el que construye un mundo que también sirve a un propósito que nunca se menciona pero que está ahí para quien quiera mirar (o para quien, como yo, quiera sobreanalizar).

Cuando, tras toda la aventura, Teen vuelve a su habitación, (re)descubre allá todo un conjunto de pósters, juguetes, discos de vinilo y memorabilia pop en los que clara pero inconscientemente se ha basado para crear el espacio de la Senda de las Brujas y las múltiples pruebas a las que se ha enfrentado el aquelarre de Agatha. Y aquí tengo que preguntar: ¿no es precisamente así como construimos todos nuestra identidad cuando somos adolescentes? ¿Nuestra personalidad no es fruto de todo aquello (pelis, discos, libros, cómics…) que nos apasionó durante la adolescencia? ¿No es todo esto más cierto todavía en el caso de unas adolescencias queer que, como la de Teen, encuentra mayor representación en la ficción que en la realidad?

Al fin y al cabo, de eso va «Agatha, ¿Quién Si No?»: de la construcción de la identidad durante la adolescencia como un proceso realmente doloroso en el que tenemos que tomar múltiples decisiones que afectarán directamente a cómo seremos de adultos. Teen, por ejemplo, pasa por fases típicas de la adolescencia como la negación / odio a la madre o la búsqueda desesperada de esa persona que te completa y que te ancla a tu propia realidad porque siempre ha estado ahí y te conoce más que nadie, incluso más que tú mismo (en su caso, su hermano).

También se enfrenta a ese momento terrorífico por el que pasamos todos: la asunción de que, por mucho que queramos ser «buenos», al final siempre acabamos haciendo algún tipo de «mal» que tenemos que aceptar como parte de nosotros mismos. La conversación final de Agatha y TeenSuelo matar a mi aquelarre«, dice ella; «Yo también», contesta él en uno de los diálogos más escalofriantes de toda la serie) es la aceptación final de ese equilibrio entre bien y mal, ying y yang, que está en el corazón de la vida de toda bruja… Y en el de el proceso de madurez de cualquier hijo de vecino también.

De nuevo, además, el trauma vuelve a estar presente como factor que provoca una fractura mental en un personaje que, incapaz de aceptar la realidad, se refugia en su propia fantasía. En este caso, Teen no solo huye de ese trauma (que no va a ser mencionado aquí), sino que el trauma es el principal motivo por el que se embarca en una Senda de la que espera obtener respuesta para una pregunta que todos nos hemos hecho con esa misma edad: ¿quién soy yo?

La adolescencia es una época en la que dudas de ti mismo de la misma manera en la que lo hace este personaje que realmente se cuestiona quién es: ese que siente en su cabeza (aquel oculto a la mirada de sus padres y de todos aquellos que supuestamente le conocen) o ese otro que siente en su cuerpo (alguien que fue en el pasado y de quien debe desprenderse para ser su verdadero yo, por mucho que eso signifique dejar de ser aquel que todos creen que es). ¿Te suena? Porque, más allá de la homosexualidad de Teen, creo que estas disquisiciones son algo en lo que absolutamente todo el mundo puede verse reflejado.

Agatha, ¿Quién Si No?

Por raro que parezca si nos dejamos llevar por la turra que estoy dando hasta ahora, esta serie no se titula «Teen, ¿Quién Si No?» sino «Agatha, ¿Quién Si No?». Y eso significa que, más allá de la construcción de identidad del personaje interpretado por Joe Locke con una energía similar pero a la vez diametralmente opuesta a la de su personaje de «Heartstopper«, la verdadera protagonista de esta función es Agatha Harkness (convertida desde ya en icono gracias a la sublime interpretación de Kathryn Hahn)… y todo lo que le rodea. Y todo lo que le rodea es, obviamente, un mundo de brujería íntimamente ligado con ciertas ideas feministas.

Al fin y al cabo, Agatha necesita reunir un aquelarre para poder recorrer la Senda de las Brujas. Y a nadie se le debería escapar que el aquelarre es una figura que hace décadas que el feminismo está intentando resignificar para sacar a la superficie la verdadera naturaleza de esta agrupación de mujeres que tradicionalmente ha sido perseguida y castigada por lo que tenía de posible elemento de disidencia. ¿Un grupo de mujeres juntas para empoderarse las unas a las otras? Oye, mejor que no, no vaya a ser que ponga en peligro el status quo del heteropatriarcado. Eso sí, como si vamos a por ellas directamente se nos va a ver el plumero de pavo real, mucho mejor tacharlas de brujas y adosarles una magia oscura que acojone a la población y justifique su castigo y represión (e incluso su persecución y asesinato).

El aquelarre ha sido sistemática e históricamente malinterpretado, y por eso mismo las brujas que acompañan a Agatha y ella misma muestran su desdén por los clichés sobre estas dos figuras (el aquelarre y sus brujas) que siguen poblando el imaginario popular. Lo interesante es que el aquelarre de la serie no podría ser más claro a la hora de ejemplificar cómo esta agrupación funciona: un grupo de mujeres «perdidas» acaban encontrando una sororidad que las conduce al empoderamiento. Mediante las pruebas de la Senda, las brujas se ayudan las unas a las otras para recuperar los poderes que les han sido arrebatados por enemigos tradicionales de lo femenino: la vejez (Lilia), la masculinidad que se presenta como inofensiva pero que ejerce un poder invisible (Jan) o la tradición como superstición que perpetúa ciertas «maldiciones» (Alice).

Lo interesante es que a «Agatha, ¿Quién Si No?» no le tiembla el pulso a la hora de estrechar los lazos que unen a la brujería como tropo feminista con la sensibilidad queer tradicional. Al fin y al cabo, estamos hablando de una comunidad LGTBIQ+ que siempre se ha visto reflejada en las ficciones brujeriles precisamente porque conoce de primera mano conceptos tan aterradores como el ostracismo o la «quema de brujas». En la serie, hay una celebración queer tanto por la vía directa (el lesbianismo de Agatha y Rio; la homosoexualidad de Teen) como por la indirecta (referentes de arcoíris que van desde «El Mago de Oz» hasta «Buffy, Cazavampiros», con todo lo que queda en medio). Porque, al final, lo femenino y lo queer se tocan por la vía de la disidencia de la norma patriarcal.

Agatha, ¿Quién Si No?

Vista la importancia capital de las referencias en la construcción de la identidad adolescente y queer que late en el corazón de «Agatha, ¿Quién Si No?», la tercera capa de sentido que sublima la nueva serie del MCU no podía ser otra que un caldero mágico en el que se mezclan y remueven todo un conjunto de citas y homenajes con los que la ficción va construyendo su mundo de una forma similar a como ya hemos visto que hace Teen con la Senda de las Brujas.

Como spin-off de «WandaVision», además, este gusto por el homenaje tiene mayor sentido todavía en la ficción protagonizada por Harkness (y Teen). En aquella serie, cada capítulo homenajeaba a las sitcoms de momentos históricos diferentes, mientras que «Agatha, ¿Quién Si No?» hace lo propio con todo un conjunto de referentes que desbordan lo brujeril y mágico y se dirigen hacia el imaginario puramente queer.

Recapitulando, es fácil ver que el primer capítulo está fuertemente inspirado por «Mare of Easttown» y las series nórdicas de investigación policial de asesinatos protagonizadas por mujeres incomprendidas en un sistema policial híper-masculino… Pero, poco a poco, la serie va aumentando su apuesta por la referencia de tal forma que el tercer episodio mezcla «El Mago de Oz», «Big Little Lies», «La Maldición de Hill House» y «The Real Housewives of Beverly Hills»; el cuarto hace lo propio con «The Love Witch», la Stevie Nicks de «American Horror Story», «Casi Famosos» y la «Lux Aeterna» de Gaspar Noé; el quinto va a tope con «Hocus Pocus (El Retorno de las Brujas)», «El Exorcista», «Stranger Things» y la misma «WandaVision».

Entonces llega el sexto capítulo, cuando por fin vemos la habitación de Teen en la que se despliega la cita directa a «Alicia en el País de las Maravillas», «El Mago de Oz», «The Black Cauldron», «Los Goonies», «La Bruja Novata», «Saw», «Carrie» e incluso un cartel de «Trans Lives Matter». A partir de aquí, la serie consigue articular todas estas referencias y ponerlas al servicio de su propia voz, sublimando un resultado final que alcanza un nivel de complejidad pocas veces visto en el Universo Cinematográfico de Marvel.

Al fin y al cabo, en un presente en el que vivimos una celebración de la hiper-nostalgia a través de productos culturales que se dedican fundamentalmente a la cita directa de otros tiempos, se agradece que una cabecera como «Agatha, ¿Quién Si No?» vaya un poquito más allá y no se quede en la superficie del homenaje literal. Porque ya lo he dicho al principio de este artículo: la serie esconde múltiples capas de sentido… Y es al sumergirte en todas ellas cuando se aprecia lo magistral de su propuesta.

Sinceramente,

Raül De Tena

Sobre el autor

Raül De Tena

Al ponerme a escribir esta bio me he dado cuenta de que, así, a lo tonto y como quien no quiere la cosa, llevo más de veinte años escribiendo sobre temas relacionados con la música, la moda, el cine, la literatura, la cultura en general. Siempre he escrito muy sinceramente... Pero, ahora, más todavía.

Comentar

Raül De Tena

Al ponerme a escribir esta bio me he dado cuenta de que, así, a lo tonto y como quien no quiere la cosa, llevo más de veinte años escribiendo sobre temas relacionados con la música, la moda, el cine, la literatura, la cultura en general. Siempre he escrito muy sinceramente... Pero, ahora, más todavía.

Me encontrarás en…